Martes, junio 12, 2012 Comentar
La cuestión es que estoy seguro de que si todo el tiempo que la gente pasa viendo, y comentando, partidos de fútbol lo dedicara a practicar, en la medida de sus posibilidades, éste u otro deporte no le quedaría mucho tiempo ni ganas de ir por ahí hablando del mismo tema, como si en este mundo no existiera nada más. También ocurre lo mismo con el amor y el sexo, y es que todas estas cuestiones están íntimamente relacionadas, pues no en vano se trata allí de poseer, introducir o vencer.
Así, metidos en estas tertulias, se habla de lo que no se tiene, mientras quien lo disfruta calla o habla de otra cosa. En este sentido un gol o una victoria bien puede valer un orgasmo , cualquier tipo de satisfacción con que paliar el prestigio o la autoestima.
Si esas gentes practicaran los deportes que dicen apasionarles, sin duda se encontrarían en mucha mejor forma, y con la cabeza más despejada. Luego buscarían otro tipo de entretenimiento; tal vez les entrarían ganas de ir al cine con los amigos o simplemente pasear, qué sé yo. Pero seguro que no caerían en la tentación de enarbolar una banderola y ponerse a gritar como desesperados; mucho menos les quedarían ganas de ver más de lo mismo en la televisión. Si practicáramos regularmente algún deporte en equipo que nos acercara a nuestros vecinos, conoceríamos mucho mejor el mundo que compartimos. Entre otras cosas nos sentiríamos más fuertes en la unión con los demás. Lo suficiente como para seguir luchando juntos en las causas que se vayan presentando. Ese deporte es el que nos enseña a luchar y a vencer, no ese otro espectáculo de masas que nos convierte en admiradores pasivos y nos mantiene encerrados en casa. Separados.