Sábado, enero 8, 2011 3 Comments
Las estadísticas dan por cantado que sí, pero la guerra se libra en varios frentes y no está claro que todas las batallas las ganen los mismos. Por una parte el mercado mundial de la música registrada está viviendo momentos muy difíciles. Cambios, como la llamada revolución digital, están afectando seriamente al sector tradicional de distribución y venta en soporte físico. En los últimos años el mercado mundial de la música editada ha perdido más del 20% de su valor, según datos publicados por la IFPI (Federación de la Industria Fonográfica Internacional), pero también dice el informe que esta caída está en parte compensada, en algunos países, por las plataformas de venta de descargas digitales y sobre todo, por la venta por catálogo a través de la red a precios más asequibles, debido al ahorro en los costos de distribución. Concretamente esto está pasando en Francia y Reino Unido, países que le han perdido el miedo a comprar vía internet en empresas serias, y se están beneficiando de las ventajas, no sólo económicas que ello comporta. Nos referimos a la permanencia continuada de los discos a la venta más allá de los tres meses que, con suerte, estarán en las estanterías de las tiendas, esperando a ser desalojados por una nueva oleada de novedades que correrán la misma suerte. Y también a la garantía que ofrece, para un pequeño pero significativo número de aficionados, la esxistencia de sellos especializados de su agrado que jamás aparecerán en las tiendas en su conjunto, y que de esta manera pueden tenerlo a su alcance, escuchar alguna muestra y decidir en mejores condiciones.
Por otra parte, la tecnología pone cada vez más medios para que el soporte físico desaparezca, y el modo actual de vida, sobre todo para los más jóvenes, ve en ésta una aliada gratuíta que satisface sus gustos, por el momento. Pero no está escrito en ninguna parte que la red permita para siempre esa práctica. Como otra consecuencia de esto, las grandes superficies comerciales reducen cada vez más el espacio dedicado a la venta de música, y sólo aceptan de los distribuidores hits de venta fácil y con buen margen de beneficio, que es un problema del que nadie quiere hablar, pero que seguro que ha tenido un enorme peso en esa desafección
generalizada de los que piensan en la gratuidad como sistema. En otro frente, están las discográficas de referencia, las de siempre, que poco a poco se posicionan estratégicamente para seguir llevándose, también, el pastel digital de las descargas on-line.Y, lidiando con todos en medio de este desbarajuste, la vieja legislación, pensada para proteger los derechos de autores, vendedores y distribuidores, ya no resuelve nada porque cuando se hizo no había internet, ni posibilidad de copia masiva, ni grandes almacenes… los escritores aun escribían en los cafés y los músicos que lograban grabar un vinilo se sentían privilegiados y protegidos.
Posiblemente en unos años todo esto quedará perfectamente regulado para un nuevo ciclo, cuando las grandes compañías y los legisladores impongan otro orden y se encuentre un equilibrio que sea capaz de contentar a la mayoría de los que mueven el cotarro. Y entonces, probablemente, en el mercado de la música industrial podrá desaparecer el soporte físico, o ser testimonial. Pero también puede pasar que una parte, la menos industrial, la que siga arriesgando en calidad, precios y contenidos y conserve un público que prefiera escuchar a consumir, pueda sobrevivir, no sin reinventar la política de precios y de contenidos, el diseño, el coste de las producciones, la relación con las discográficas, la distribución, la venta por catálogo… y todo aquello que el viento de la historia se está llevando delante de nuestras narices, como siempre.
Pensemos en cuántas veces ha ocurrido un proceso de transformación similar en la historia de la humanidad. El control del fuego, la imprenta, el vapor en la revolución industrial y la navegación, la luz eléctrica… se llevaron por delante modos de vida y de trabajo de millones de personas, pero muchas de las cosas que sustituyeron siguen siendo un bálsamo puntual irrenunciable, como un buen fuego en el invierno, una carta escrita a mano, una vela para navegar o como recurso seguro para alumbrarse en un apagón. Parece poca cosa, ¿pero no creéis que frente a un mundo global y estandarizado no queda otro remedio que refugiarse a ratos en paraísos que no reflejen las estadísticas?
Carlos, estoy completamente de acuerdo contigo. Tambien es verdad que las estadísticas son las grandes mentirosas de nuestro tiempo, pues cuando dicen reflejar una tendencia, no hacen otra cosa que crearla entre tantos incondicionales de los augurios y vendedores de humo.
Yo creo que al igual que el vinilio ha resurgido en parte, el soporte físico de esta no podrá desaparecer pues somos muchos los que le damos un valor mas alla del simple (no por sencillo) sonido. El album es un todo con la musica contenida pues nos ubica fisica y emocionalmente con la obra misma.
Se inventaran nuevas formas de distribucion y sobre todo, de rentabilizacion, pero el transporte material, sea de la forma que sea, perdurará…
Estoy de acuerdo con lo de las estadísticas, son muy manipulables aunque nos las venden como herramientas objetivas. Los que hablan de todo esto como si se tratara de una mercancía cualquiera son los más interesados en que se convierta en un supermercado, y extrapolan sus conclusiones a todo el mundo.
Gracias por tus afinados comentarios. Un abrazo
amigos de comboi, os felicito por lo acertado del discurso. Abrazos