Jueves, diciembre 2, 2010 Comentar
En un artículo anterior comentábamos el gran impacto que causó entre músicos, crítica y público norteamericano la aparición de los primeros grupos de folk-rock, con los Byrds a la cabeza. Éste estilo que se nutría a partes iguales del folk de autor, del rock & roll y del pop de las Islas Británicas, pronto buscó nuevos caminos dentro del emergente sonido que estaban creando y la evolución les llegó de forma natural a través de la música tradicional de la América profunda: El Country.
En esencia, el Country-Rock es el estilo adoptado por bandas de rock y pop tocando música Country, bien versionando canciones existentes, bien creando nuevas piezas de ambiente campestre.
Es importante señalar el marco histórico. A mediados de los años 60 del pasado siglo los gustos e intereses de la juventud de Estados Unidos se renovaban a la velocidad que bullían sus hormonas. Tras el arrasador triunfo de los grupos de la “Invasión Británica”, como fue bautizado el acontecimiento por la prensa, aparecieron en cascada nuevos artistas nacionales que dieron oxígeno al Pop y al Rock convencional. En apenas cinco años se editaron una gran cantidad de discos imprescindibles que cambiaron el devenir de la música popular de las siguientes décadas.
Para que esta revolución se produjera a la velocidad que lo hizo, hay que buscar desencadenantes sociales fuera de la música. Siempre confluyen circunstancias que generan el tiempo del cambio, como cantaba Dylan.
En aquella época, la mayoritaria clase media blanca estaba inmersa en el llamado “estado del bienestar”, sin más inquietudes que mantener su status y hacer frente a los generosos créditos que le había proporcionado un cómodo nivel de vida tras las apreturas de la guerra mundial y el duro resurgimiento de los años 50. Aburguesada, racista y conservadora en general, se mantenía ajena a los movimientos culturales, sociales y políticos que la todopoderosa televisión se ocupaba de ocultar sistemáticamente. Y eso, a pesar de que sus propios y ociosos hijos estaban tomando parte en ellos.
Por otro lado, las protestas públicas de toda índole subían de tono contra un gobierno volcado en la guerra de Vietnam, culpable del sacrificio inútil de miles de vidas y cuya imparable leva amenazaba a toda una generación de hijos del “Baby boom”, contrarios al cuestionable llamamiento patriótico, como es lógico.
El germen y caldo de cultivo del inconformismo creciente contra el “American way of life” caló en buena parte de una juventud que se sentía oprimida por los valores tradicionales y abrazó sin complejos los estereotipos liberales de la filosofía de la contracultura.
Estos nuevos rebeldes tomaron partido a favor de ideales como la liberación femenina, la libertad sexual (acaba de comercializarse la píldora), la lucha contra la discriminación étnica y la búsqueda de nuevos valores en la naturaleza y la espiritualidad. Una vuelta a los orígenes que dio como fruto el movimiento hippie y la necesidad de crear nuevos canales de expresión en la música que rompieran con el pasado y les identificara como la nueva savia del cambio.
El movimiento que un principio encontró amparo en las Universidades progresistas, pronto saltó a la calle y se hizo fuerte en los mensajes y la actitud que llegaba a través de nuevas bandas musicales, casi todas ellas radicadas en la Costa Oeste (el clima también influía) y que encontraron su vehículo de expresión en el rock sicodélico (influenciado por las nuevas drogas sicotrópicas) por un lado, y en la vuelta a las raíces (la música Country) por otro. E incluso todo a la vez, como experimentaron muchos músicos.
Paradójicamente, este estilo musical del que hoy hablamos, estaba asociado con una estética convencional que se basaba en el respeto por los valores cristianos y tradicionales, identificados históricamente con el mundo conservador rural (los paletos). Gente de firmes convicciones de derechas e inmovilista en todos los sentidos. Además disponían de un Vaticano particular que marcaba las pautas del género desde la ciudad de Nashville, en pleno corazón de la agraria Tennessee, cuna de los principales sellos discográficos y adonde había que peregrinar para ser alguien en el respetuoso mercado de la música Country.
Esta es una creencia generalizada que si bien es cierta, lo es solo en parte. En los 50’s surgieron muchos músicos que se desmarcaron de aquellas rancias lacras y ofrecieron su particular versión rebelde del genero creando un movimiento que con el tiempo fue engrosando sus filas con la adhesión de grandes iconos como Johnny Cash, Jerry Lee Lewis, Willie Nelson, etc. Entre estos pioneros del rock con raíces destacan los que facturaron el sonido Bakersfield, que toma su nombre de una población petrolera californiana que había recogido a muchos emigrantes del Sur y en donde solían actuar regularmente tipos como Buck Owens, Merle Haggard, Hank Williams y otros outsiders en los bares Honky-Tonk. Ellos, con sus acelerados riffs a medio camino entre el Country tradicional y el rock’n’roll, son los verdaderos inspiradores de aquel emergente Country-Rock.
Las primeras grabaciones que incluyen registros sonoros de atmósfera Country resueltos en clave pop-rock vienen de la mano de los subestimados Beau Brummels (65/69) que incluso antes que los propios Byrds marcaron unas pautas en arreglos y armonías vocales que inspiraron a posteriori a grupos que alcanzaron la popularidad que a ellos se les negó. En su primer álbum aparecen títulos como “How many times” o “Gentle wanderin’ ways” que así lo ratifican.
Otro tanto corresponde a los Lovin’ Spoonful (65/68), un grupo liderado por John Sebastian, joven veterano de la escena folk neoyorkina, que aplicó un sonido francamente campestre en sus grabaciones y que incluso ironiza en uno de sus primeros singles: “Nashville Cats” sobre el sobrecargado mercado de guitarristas de estilo Country que pululaban por allí. También deben incluirse en esta lista de pioneros a Sir Douglas Quintet (64/72) donde hicieron sus pinitos los fundamentales Doug Sahm y Augie Meyers, padres del Tex-Mex, o los Youngbloods de Colin Jesse Young que en su primera época facturaron maravillas como “Get together” (67), aunque rápidamente se decantaron hacia el blues y, por supuesto, a los grandísimos The Nitty Gritty Dirt Band, la banda más longeva de la historia, formados en el 65 y todavía en activo, cuyo legado sobre la música de raíz norteamericana da para un capítulo aparte.
Quizá el grupo más impactante de aquellos primeros pasos, aparte de los Byrds, sea Buffalo Springfield (66/68), una superbanda de talentos entre los que se encontraban Neil Young, Stephen Stills y Ritchie Furay, así como Jim Messina incorporado posteriormente, tan influyentes todos ellos en el desarrollo del estilo en los años siguientes. Desgraciada y lógicamente, con tanto ego junto acabaron como el “rosario de la aurora”, aunque nos legaron tres discos memorables. Su primer single “For what it’s worth”, compuesto por Stills, se convirtió en himno revolucionario de las sonoras revueltas estudiantiles de la Universidad californiana de Berkeley. Y que decir de los Grateful Dead (65/95) que, aunque famosos por sus viajes lisérgicos en vivo, siempre demostraron su interés por el estilo, tal y como demuestra su abundante repertorio. Buena prueba de ello es que facturaron dos grandes discos de Country-Rock: “Workingman’s dead” y “American beauty”, ambos de 1970.
Hubo muchos grupos más implicados en los albores de esta talentosa aventura musical, empezando por los rabiosos Credence Clearwater Revival del imprescindible John Fogerty. También bandas memorables como Jefferson Airplane, Hot Tuna, Moby Grape, Love o The Mamas & The Papas que en muchos momentos de sus carreras echaron mano de arreglos Country para sus canciones. Pero para aquellos que tengan curiosidad por conocer a algunos de los pioneros del género que eclosionó en la turbulenta California del 65/67 esta es una buena muestra.
Es de mención el reseñar que en aquellas primeras aproximaciones a la música Country había más pop, rock’n’roll e incluso folk que otra cosa, pero el camino estaba trazado. La evolución final llegaría en el año 69 de la mano del malogrado Gran Parsons y sus bandas: The International Submarine Band primero y The Flying Burrito Brothers posteriormente. Al menos, esto es lo que reseñan todas las enciclopedias musicales.
Para otra ocasión dejamos la consolidación popular del estilo. Esto llegaría en los años 70 gracias a la aparición de las emisoras nacionales de FM. Cadenas de radio auspiciadas por los grandes sellos discográficos y especializadas en rock para todos los públicos que, no obstante, dispararon las ventas y la fama de muchos grupos y solistas destacables, como Linda Ronstadt, The Eagles, Poco, America o Pure Prairie League, entre otros, que auparon al Country-Rock a la categoría de estilo clásico.
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