Jueves, mayo 12, 2011 Comentar
Cuentan los que la trataron que era una mujer difícil, ambiciosa y temperamental, pero su voz y la emoción que transmitía dejaron una profunda huella en Brasil, que sencillamente la adoraba. Su carrera arranca en pleno declive de la bossa, cuando la nueva hornada de músicos entra en juego: Nascimento, Gilberto Gil, Joao Bosco, Ivan Lins… Ella incorpora a su repertorio las canciones de estos jóvenes autores en los que bulle un compromiso social que la bossa-nova no había contemplado, y les da la gran oportunidad llevándolos a su programa de televisión O Fino da Bossa que dirigió hasta 1967, junto a Jair Rodrigues.
Su vida linda con todos los tópicos posibles de un artista maldito de la época. De madre lavandera y padre fracasado, de niña no apuntaba maneras para ser una estrella, era tímida, estrábica y rechoncha, pero en el escenario se transformaba totalmente, y lo comprobó pronto. A los trece años ya mantenía a la familia y poco a poco se fue transformando en otra persona . Ganaba dinero a espuertas, compraba compulsivamente objetos de lujo y pasaba de la euforia a la depresión sin saber porqué. Se casó dos veces sin demasiada fortuna y tuvo tres hijos. La fama le hizo cometer muchos errores que le pasarían factura con posterioridad. Caetano Veloso dijo de ella que era “cursi, vulgar y llena de talento”. Los más críticos apuntaban que mas que cantar bossa, «la enterraba». Y mientras tanto todo el país se rendía ante ella, incluso Jobim, que grabó con la diva el magnífico Elis & Tom.
Murió en 1982, a los 36 años, por una sobredosis, incapaz de controlar su vida más allá de un escenario, único lugar en el que lograba encontrarse bien, y su entierro se convirtió en un duelo nacional. A Elis la querían no sólo por su manera personal de interpretar o su talento musical que era inmenso, si no porque su presencia eclipsaba al público que debía intuir que tras aquel bello rostro se escondía un océano.